No me refiero a esa anecdótica demora en el primer día de su puesta en servicio del AVE Madrid-Valencia, dilación que les supondrá a los retrasados viajeros el reembolso del cincuenta por ciento del importe de sus billetes, sino a los dieciocho años transcurridos desde que debió haber entrado en funcionamiento. A propósito de tan desesperante espera conviene tener presente algunas consideraciones que influyeron decisivamente para que se produjese. Si bien cabe atribuir al poder político central la mayor cuota por tan contumaz tardanza, no debe desdeñarse el papel jugado por el nacionalismos catalán, empeñado en tener el AVE antes que nadie más, incluida la Comunidad Valenciana.Es cosa sabida que el nacionalismo catalán, cualquiera que sea la franquicia que explote sus esencias, para nada tiene en cuenta el rollo (ni el desarrollo) de los países catalanes, ni la unidad de la lengua cuando de hacer una infraestructura en Cataluña se trata.
Estos días inaugurales de la alta velocidad hasta Valencia se ha vuelto a poner de manifiesto —cifras y prospectiva en mano— que la línea que une Puerta de Atocha con la estación Joaquín Sorolla va a ser la más rentable de todas las que ya existen. Si antes no entró en funcionamiento fue por culpa de la flojera gubernamental, claudicante ante las exigencias del necionalismo catalán. Mejor y más rápido que el trazado existente para el AVE Madrid-Barcelona hubiese sido hacerlo hasta Valencia y desde aquí seguir a Barcelona, de modo que el corredor mediterráneo para pasajeros ya tendría adelantado un buen tramo y Castellón no habría tenido que esperar. Pero no hubo manera. A los catalanes el «nosaltres sols» les volvió a funcionar, y consiguieron su objetivo de alta velocidad a costa de que el nuestro a Valencia quedase postergado por unos años más.
Como taponado quedó el trasvase del Ebro a la Comunidad Valenciana. Culpa y exigencia de Esquerra Republicana de Cataluña, que puso en almoneda sus votos para elegir a José Luis Rodríguez, a cambio de la derogación del Plan Hidrológico Nacional. Recuérdese que esa fue la primera firma estampada en un decreto tras haber accedido a la presidencia del Gobierno el señor Rodríguez Zapatero, si bien no fue éste quien estampó su derogatoria firma sino que tan cierto deshonor recayó en María Teresa Fernández de la Vega, de cuya valencianía tantas concluyentes pruebas hemos tenido ocasión de no conocer.
El nuevo diputado autonómico catalán, Joan Laporta, como antes Josep Lluís Carod Rovira y su recua republicana, son de esos dirigentes que sueñan no con hacer realidad los países catalanes sino la gran Cataluña con los valencianos allí metidos de hoz y coz. ERC abrió sede en Valencia y tuvo en Agustí Cerdà a su principal mamporrero . Laporta, exultante por los resultados obtenidos tanto en las urnas como en su propio rostro por la acción del botox, ya ha anunciado que tiene previsto presentar candidatura para las próximas autonómicas en la Comunidad. Todo es posible. Loquitos y desquiciados los hay en todas partes y alguno de ellos terminará por comprarles la mercancía. Para desesperación del Bloc. El agua que no llega, y el AVE que lo ha hecho con tantísimo retraso, son dos formidables recetas anti-países catalanes, por cierto.
http://www.abc.es/20101221/local-com...012210938.html[B]
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