JUANJO GARCÍA GÓMEZ VALENCIA La reestructuración de las instituciones consultivas y normativas de la Generalitat, en la que se comprometió el presidente Alberto Fabra para reducir el gasto también en estas entidades, abrirá de nuevo el melón del consenso en los órganos culturales y lingüísticos valencianos, un terreno, especialmente el segundo, en el que los acuerdos alcanzados -cristalizados en la puesta en marcha de la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL)- se tejieron tras años de negociaciones y después de superar enormes dificultades. El conseller de Gobernación, Serafín Castellano, presentó ayer en la rueda de prensa tras el pleno del Ejecutivo los anteproyectos de modificación de las leyes de creación de la AVL, del Consell Valencià de Cultura (CVC), del Consejo Jurídico Consultivo (CJC) y del Comité Económico y Social, que prevén una rebaja en el número de integrantes de estos entes de 35, de 77 a 42, casi un 50 % menos. La Acadèmia y el CVC pasarán de 21 a 11 miembros y las Corts, en el supuesto de que la ley se aprobara (para lo que hacen falta tres quintos de la Cámara, esto es, el apoyo del PSPV), tendrán tres meses desde la publicación en el "DOCV" para reeditar el pacto de los académicos de la lengua que tanto costó fraguar. En la práctica, supondrá la refundación de la AVL, que pondrá el contador a cero en el plazo de 15 años sobre los que se mantiene la tutela política respecto a su composición.
La Acadèmia se levantó sobre el pacto lingüístico, sellado en 1997 en el dictamen sobre la lengua del Consell de Cultura. Un acuerdo sometido a grandes presiones y en el que hubo conversaciones secretas entre Zaplana y Pujol. Pero, tan arduo como éste fue el pacto primigenio de 21 académicos, que
no se alcanzó hasta junio de 2001 y en el que se examinó el perfil, no ya político, sino académico de sus integrantes para garantizar una mayoría suficiente a favor de la unidad lingüística. Una vez constituida, las Corts, por mayoría de dos tercios, han renovado por tercios la AVL cada cinco años. El año pasado se produjo la segunda remoción y en 2016 tocaba la tercera. A partir de entonces sus miembros debían renovarse entre ellos mismos (por cooptación) para liberar a la AVL de presiones políticas.